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Caleidoscopik

2006

 

 

Despacio, sin mover el aire,
me desinvento en mi rincón,
atando mi secreto,
aprendiendo a enmudecer.

Hoy llueve, y el cielo arroja
largos alambres de plata
que bordan en el suelo
un plano invertido del mundo.

Quién no va a cambiar una semana
por un minuto de interferencias.

Y llegué a creer que hablaba solo,
pero tu sombra me hacía eco
en los charcos aún,
mi pequeña esquimal ...

En los charcos ...
mi pequeña esquimal ...

 

Maga · " Nautilus " 

Cómo despertarse

Iba los otros días hablando de no se qué con alguien y va y me suelta: a lo mejor es más probable que un muerto resucite que el que yo esté aquí hablando contigo. La discusión que envolvía esa frase no merece la pena, no sé por qué me meto a veces en cementerios de ideas. Empezamos hablando de Ratzinger, despúés pasamos a la disyuntiva putrefacción / resurrección de la carne y terminamos chocando de forma algo artificiosa con el solipsismo, que es donde me gustaría empezar hoy.

El solipsismo es eso de pensar que todo esto lo podría estar soñando un perro San Bernardo a puntito de despertar.

Hay definiciones con más apariencia de rigor, pero esta de arriba es la que prefiero yo. No quisiera ilustrar al amable lector acerca de qué cosa pueda ser el solipsismo. Por tres razones.

1. Porque para eso le han pagado una educación los padres del amable lector al amable lector.

2. Porque eso no es ilustrar ni es ná. No hay mucho que hablar acerca de temas de por sí refractarios al conocimiento: alma, wallhala, cuerpo salvífico de cristo, etc. El solipsismo viene a ser una más de esas ideas basadas en no poder demostrar la no certeza. Un truco del lenguaje, vamos, porque no puedo demostrar que Edgar Allan Poe no me haya espiado alguna vez en la ducha, y no me inquieta. Bueno, ahora un poco.

3. Porque yo no quería hablar exactamente del solipsismo, ni sobre el solipsismo, sino más bien desde algún punto al lado del solipsismo y poniendo una cara muy parecida pero con otro peinado.

Es decir, que lo que yo quería en realidad hacer es proporcionar una guía práctica con maneras de descubrir si estamos soñando. Si sólo estamos siendo soñados se supone que no es tan urgente porque al fin y al cabo no somos los protagonistas de la película. Así que lo dejo como ejercicio.

En fin, que he estado pensando unos días, si bien de forma un tanto circular como se ve, tratando de dar una solución digna al tema.

He descubierto que no sirve de nada eso de pellizcarse durante el sueño, como no sirve casi ninguna otra cosa. Lo de pienso luego existo, por ejemplo, se muestra particularmente insuficiente. Se puede pensar perfectamente durante el sueño. Cómo es esto? Porque si se recuerda bien, el cabrón de Descartes se salía de la trampa solipsista con un sorprendente “Dios no puede ser tan malo”. Descartes debe ser uno de los chulitos más sobrevalorados del mundo del pensamiento moderno. Ese mundo que es distinto del nuestro. En el mundo nuestro, al que llamaremos provisionalmente “tócame roque”, para ser un pensador basta con decir que no se ve la tele.

Resumiendo. Que durante el sueño se puede comer, pellizcarse, pensar, hacer exámenes, torturar inocentes y ganar la primitiva. Ninguna experiencia o experimento puede hacer que distingamos el sueño de la realidad.

Ninguno? no! Durante mi investigación he hallado uno que es infalible. Y no es el cogito ergo sum. Es mear. Hagan la prueba ustedes mismos. A cualquier hora del día, a la que les ataque una duda horrenda acerca del estrato de lo real en el que se encuentren o bien unas ganas locas de mear, vayanse a mear. Resuelve ambas contingencias a la vez. Antes de que termine la meada sabrán con seguridad si estan despiertos o si estan dormidos. A mí me ha pasao.

Es triste pero es así. Meo luego existo. Puaj.


Purranki Sandongui, en Transtornos del sueño

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